En la Fraternidad tenemos la costumbre de cantar juntos, comer juntos y meditar juntos. ¿Por qué? Porque nuestra Enseñanza aporta nuevos métodos para que los humanos aprendan a vivir más fraternalmente. La tendencia natural de los humanos es individualizarse, aislarse e incluso ser hostiles unos con otros, lo cual crea muchas anomalías. Cada vez más, incluso en las familias, se constata esta tendencia a alejarse: ya no se comprenden, ya no saben ponerse en el lugar del otro…

Hay, sin embargo, tres momentos en los que los humanos aceptan más estar juntos: para cantar, para comer y para rezar. Pero fuera de estos momentos, están separados, aislados, e incluso son hostiles…

Al cantar juntos, ya hacemos mucho para vibrar al unísono, para armonizarnos…

…Aquí hacemos esfuerzos para dar un poco de calor, para acercarnos. Cuando todos lleguen a cantar juntos con su corazón, con su alma, sentirán cada vez más esta armonía que aporta la paz, la alegría, la salud.

Esta práctica de cantar a cuatro voces, ya es un reflejo, una expresión en el plano físico del ejercicio que debemos hacer cada día, y varias veces por día, en nuestro espíritu, nuestra alma, nuestro intelecto, nuestro corazón. Pero cantar en coro, también es, claro está, un símbolo del esfuerzo que tenemos que hacer para armonizarnos entre nosotros. Ya que esta fusión de las voces por encima de nuestras cabezas es al mismo tiempo una fusión de nuestras almas y de nuestros espíritus. Las cuatro voces, bajo, tenor, alto y soprano también tienen una correspondencia con las cuatro cuerdas de un violín, que es un símbolo del hombre: la cuerda “sol” representa al corazón, “re” al intelecto, “la” al alma y “mi” al espíritu. El violín representa al cuerpo físico y el arco a la voluntad, que actúa sobre los cuatro principios del corazón, del intelecto, del alma y del espíritu.

Igualmente, los músicos de la asociación ofrecen presentaciones musicales, tanto instrumentales como vocales.

No cantamos en coro para pasar agradablemente el tiempo, sino para hacer un trabajo consciente, para aprender a someter la vida individual a la ley de la universalidad, de la armonía. Debemos trabajar para la armonía, pues la menor vibración armoniosa en la Tierra nos pone en relación con la gran armonía cósmica. La palabra «armonía» es el resumen, la síntesis de todas las virtudes, de todas las bendiciones. Cuando la armonía nos penetre y nos afine como un instrumento, el Espíritu divino vendrá a acariciarnos y a tocar en nosotros.